Si busca un equilibrio entre la dureza del material y la rentabilidad, los suelos deportivos de roble son la opción ideal. El roble, una madera noble con una densidad de secado al aire de 0,74-0,82 g/cm³, es duro y resistente al desgaste. Su veta evoca un paisaje, con un degradado de color que va del amarillo claro al marrón rojizo
creando un efecto visual relajante y elegante. En comparación con el arce, el roble es más resistente a la deformación, lo que lo hace especialmente adecuado para recintos en regiones húmedas del sur.
En cuanto al material, los suelos deportivos de roble suelen utilizar una construcción de madera maciza de doble capa: la capa superior es de roble macizo del noreste de 18-20 mm de espesor, lijado seis veces con una tolerancia de planitud superficial de ≤0,2 mm; la capa inferior es de contrachapado de álamo o abedul, entrelazado con paneles entrecruzados para una mayor estabilidad. En términos de rendimiento, alcanza una resistencia al desgaste AC5 (superando ampliamente el estándar AC3 para suelos de madera residenciales), capaz de soportar la fricción frecuente del calzado deportivo y el impacto de los equipos. Su módulo elástico es ≥11.000 MPa, lo que garantiza un buen rebote durante el ejercicio, lo que lo hace adecuado para deportes como el bádminton y el tenis de mesa, donde se requiere una elasticidad moderada del suelo.
En cuanto a las especificaciones, las dimensiones estándar son 2 m de largo, 150 mm de ancho y 18 mm de grosor. Las tablas de 3 m de largo también se pueden personalizar para adaptarse al tamaño del recinto, minimizando las juntas. La instalación utiliza una estructura de «doble quilla + almohadilla amortiguadora» con una separación de 400 mm entre quillas y una dureza Shore A de 50, lo que mejora la amortiguación y reduce el ruido al caminar. En cuanto a los costes de mantenimiento, la madera de roble suele estar recubierta con barniz UV, lo que ofrece una gran resistencia a las manchas. Solo se requiere encerar una vez al mes, lo que da como resultado una vida útil de 15 a 20 años y supera significativamente a las maderas duras comparables en términos de rentabilidad.