Al construir recintos deportivos interiores, la selección del suelo de madera requiere una consideración multifacética.
En primer lugar, debe definirse claramente el uso previsto del recinto: los recintos de competición profesional deben utilizar suelos de arce de grado A. Este tipo de madera requiere madera sin nudos ni gusanos, veta recta y una variación de color inferior al 3% por metro cuadrado. Además, debe estar certificada por la Federación Internacional de Baloncesto (FIBA).
Los campos de entrenamiento escolares pueden optar por el roble, más económico, ligeramente más duro que el arce (densidad de secado al aire: 0,73 g/cm³) y más resistente al desgaste, lo que lo hace adecuado para el entrenamiento diario de jóvenes. Para recintos comunitarios con presupuestos limitados, los suelos deportivos compuestos con tratamiento especial también son una buena opción. Cuentan con una superficie de chapa de arce de 3 mm de grosor y una base de madera maciza compuesta multicapa. Con un coste de tan solo el 60% del de los suelos de madera maciza pura, ofrecen una vida útil de más de 10 años.
Independientemente del material elegido, debe cumplir con las especificaciones básicas descritas en los «Requisitos Técnicos para Pavimentos Deportivos»: índice de absorción de impactos ≥ 53%, deformación vertical estándar ≥ 2,3 mm y índice de deformación vertical relativa ≤ 15%. Estos indicadores de rendimiento son cruciales para garantizar la seguridad deportiva.