El rendimiento de los suelos deportivos de madera influye directamente en el rendimiento de los atletas y la eficiencia operativa del recinto. Según normas internacionales (como DIN 18032 y EN 14904) y las normas nacionales chinas, sus principales indicadores de rendimiento incluyen: la tasa de absorción de impactos, la tasa de rebote del balón, el coeficiente de fricción por deslizamiento, la deformación vertical y la tasa de retorno de energía.

La tasa de absorción de impactos refleja la capacidad del suelo para amortiguar los impactos; un suelo deportivo de alta calidad debe alcanzar al menos el 53 % para reducir eficazmente las lesiones de rodilla y tobillo. La tasa de rebote mide la altura de rebote de balones como los de baloncesto tras el impacto; la norma exige un mínimo del 90 % para garantizar la equidad en el juego. El coeficiente de fricción por deslizamiento se controla idealmente entre 0,4 y 0,6: un coeficiente demasiado bajo provoca deslizamientos, mientras que un coeficiente demasiado alto dificulta las paradas repentinas y los cambios de dirección.
La deformación vertical se refiere a la profundidad de la hendidura del suelo tras ser sometido a una fuerza, que normalmente no supera los 2,3 mm, lo que garantiza la elasticidad y evita una hendidura excesiva que podría afectar la estabilidad del movimiento. La tasa de retorno de energía refleja la capacidad del suelo para devolver la energía cinética al atleta. Una tasa demasiado alta aumenta la fatiga, mientras que una tasa demasiado baja afecta la potencia explosiva; el valor ideal es del 53 % al 70 %.
Además, se deben considerar indicadores de protección ambiental y durabilidad, como la clasificación de resistencia al fuego (nivel B1 y superior), la emisión de formaldehído (≤0,05 mg/m³) y la resistencia a la abrasión (≥6000 revoluciones). Solo cuando todos los indicadores de rendimiento estén equilibrados y cumplan con los estándares, se puede considerar un suelo de madera deportivo de calidad profesional.

