Los suelos deportivos de arce han dominado durante mucho tiempo los recintos deportivos de alta gama, gracias a la combinación de las propiedades naturales de los materiales y las técnicas de procesamiento más avanzadas. El arce duro norteamericano alcanza una dureza de hasta 1450 Janka, muy superior a la de la mayoría de las maderas duras, mostrando una excepcional resistencia al desgaste y manteniendo una superficie lisa incluso con un uso intensivo.

La densa estructura de la fibra del arce y su baja absorción de humedad y tasa de expansión le permiten mantener la estabilidad dimensional incluso en entornos con fluctuaciones significativas de temperatura y humedad. Su color, que va del amarillo claro al blanco lechoso, es fresco y natural, y tras el tratamiento de recubrimiento UV, adquiere un aspecto aún más translúcido, ampliando visualmente la sensación de espacio, lo que lo convierte en una opción muy popular entre los diseñadores.
Y lo que es más importante, los suelos de arce demuestran un excelente rendimiento en todos los indicadores de las pruebas de certificación DIN: una tasa de absorción de impactos superior al 55 %, una tasa de rebote de la pelota superior al 93 % y un coeficiente de fricción por deslizamiento controlado con precisión en torno a 0,5, lo que satisface a la perfección las exigencias de deportes de alta velocidad y con cambios de dirección como el baloncesto, el bádminton y el voleibol. Aunque su precio es superior al del roble o el abedul, su excepcionalmente larga vida útil (hasta 20 años o más), sus bajos costes de mantenimiento y su alto valor residual hacen que su coste total del ciclo de vida sea más ventajoso. El uso del arce como material designado para eventos de alto nivel como la NBA y los Juegos Olímpicos ha consolidado aún más su estatus como el «estándar de oro» en el sector de los suelos deportivos.

