En el sector de los suelos deportivos, la elección del material determina directamente la experiencia de uso y la durabilidad del suelo.
El arce, con sus propiedades físicas únicas, ha sido durante mucho tiempo la opción preferida en la industria. Se divide en dos tipos: arce duro y arce blando. El arce duro se utiliza habitualmente en campos deportivos. Con una densidad de secado al aire de aproximadamente 0,68 g/cm³, ofrece una dureza moderada y una excelente tenacidad, proporcionando una respuesta elástica óptima durante el ejercicio intenso y reduciendo el impacto en las articulaciones.
En cuanto a su aspecto, el arce duro presenta una veta fina y uniforme y un color entre amarillo claro y marrón claro. No solo ofrece un efecto visual refrescante, sino que también logra un acabado de alto brillo mediante pulido, lo que lo hace adecuado para una variedad de instalaciones deportivas. Además, el contenido de humedad del arce se controla fácilmente. Tras un secado profesional, se puede estabilizar entre un 8 % y un 12 %, lo que previene eficazmente la deformación y la deformación del suelo causadas por las fluctuaciones de humedad.
En comparación con otros materiales como el roble y el haya, el arce ofrece una resistencia superior al impacto. Datos experimentales demuestran que, bajo la misma fuerza de impacto, los suelos deportivos de arce se recuperan un 30 % más rápido que los de roble, satisfaciendo mejor las necesidades de elasticidad de deportes de alta intensidad como el baloncesto y el voleibol. El arce también ofrece una excelente resistencia al desgaste. Tras el tratamiento de laca UV, la superficie puede soportar más de 6000 revoluciones, suficiente para soportar la fricción deportiva de alta frecuencia. Por lo tanto, se utiliza ampliamente en estadios profesionales, gimnasios y otros recintos.