Los suelos deportivos de madera no se construyen con una sola pieza de madera, sino que se componen de múltiples materiales, cada uno de los cuales cumple una función esencial, garantizando conjuntamente la seguridad y la practicidad del recinto.
La capa base, que sirve de base al suelo, suele estar hecha de contrachapado multicapa de pino o abeto. Este material, con sus capas entrelazadas, compensa eficazmente las tensiones internas de la madera y mejora la estabilidad del suelo. Las capas base de alta calidad deben cumplir con la norma nacional E0 de emisiones de formaldehído, es decir, ≤0,05 mg/m³, lo que garantiza un entorno deportivo saludable y respetuoso con el medio ambiente.
La capa impermeable es el «guardián invisible» de los suelos deportivos de madera, generalmente hecha de película de polietileno o papel asfáltico impermeable. Aplicada debajo de la capa base, impide eficazmente que la humedad penetre en el suelo, evitando que la madera se enmohezca, se expanda y se deforme. Es especialmente adecuada para su uso en recintos subterráneos o instalaciones deportivas ubicadas en zonas húmedas.
El revestimiento superficial, que actúa como «capa protectora» y «acondicionador de rendimiento» de los suelos deportivos de madera, suele constar de una imprimación y una capa de acabado. La imprimación suele ser una pintura de poliuretano penetrante que penetra profundamente en la superficie de la madera, mejorando la adherencia entre la madera y la capa de acabado. La capa de acabado es una pintura resistente al desgaste y curada por rayos UV que no solo ofrece una excelente resistencia al desgaste y a los arañazos, sino que también ajusta el coeficiente de fricción de la superficie a las necesidades del deporte. Por ejemplo, el coeficiente de fricción del suelo de una cancha de baloncesto debe controlarse entre 0,4 y 0,6, lo que garantiza la estabilidad durante paradas repentinas y cambios de dirección, a la vez que previene lesiones causadas por una fricción excesiva.