El rendimiento de los suelos deportivos de madera se mide principalmente mediante seis indicadores fundamentales: absorción de impactos, deformación vertical, tasa de rebote del balón, coeficiente de fricción por deslizamiento, carga de rodadura y planitud. Estos indicadores, en conjunto, determinan si el suelo es adecuado para competiciones profesionales.

La absorción de impactos se refiere a la capacidad del suelo para amortiguar el impacto de los aterrizajes de los atletas. Los suelos de alta calidad pueden alcanzar una absorción superior al 53 %, protegiendo eficazmente las articulaciones de la rodilla y el tobillo. La deformación vertical refleja el grado de hundimiento del suelo bajo presión; las normas internacionales exigen que esté entre 2,3 mm y 5,0 mm. Un valor demasiado bajo indica una dureza excesiva, mientras que un valor demasiado alto indica inestabilidad. La tasa de rebote del balón refleja la altura de rebote de balones como los de baloncesto; las normas de la NBA exigen un valor ≥90 % para garantizar la equidad en el juego. El coeficiente de fricción por deslizamiento se controla entre 0,4 y 0,6, lo que proporciona resistencia al deslizamiento y permite movimientos de deslizamiento razonables. La carga de rodadura prueba la capacidad del suelo para soportar el movimiento de objetos pesados, como las ruedas de una canasta de baloncesto, sin deformarse. La planitud afecta la trayectoria de rodadura de la pelota y la zancada del atleta.
Estas propiedades no se consiguen únicamente con los paneles de la superficie, sino que dependen del efecto sinérgico de todo el sistema estructural. Por ejemplo, una estructura de doble viga con acolchado elástico mejora la absorción de impactos con mayor eficacia que una estructura de una sola viga. Por lo tanto, al comprar, debe solicitar al proveedor informes de pruebas de terceros (como las certificaciones DIN 18032 y EN 14904) para garantizar que todos los indicadores cumplen con las normas.

