Rendimiento de los suelos de madera deportivos: antideslizante y resistente al desgaste.

Indicadores clave para garantizar la seguridad deportiva: Durante la práctica deportiva, los atletas corren, saltan, se detienen repentinamente y cambian de dirección, todo lo cual entra en contacto directo con la superficie del suelo. La resistencia al deslizamiento y al desgaste de los suelos de madera deportivos no solo influyen en la experiencia deportiva, sino también en la seguridad de los atletas. Estos son indicadores clave de la calidad de los suelos de madera deportivos. Ya sea en recintos de competición profesional o en instalaciones de entrenamiento diario, estas dos propiedades deben controlarse estrictamente para garantizar el cumplimiento de las normas nacionales y los requisitos deportivos pertinentes.

El requisito fundamental para la resistencia al deslizamiento es que sean antideslizantes y no presenten grumos, lo que evita que los atletas resbalen por deslizamiento excesivo, a la vez que evita que la rugosidad excesiva obstaculice el movimiento y afecte al rendimiento. Según la norma «Suelos de madera para instalaciones deportivas» (GB/T 20245-2013), el coeficiente de fricción de los suelos de madera deportivos debe controlarse entre 0,4 y 0,6. Este rango garantiza la estabilidad durante las paradas repentinas, a la vez que satisface las exigencias de los movimientos rápidos. Para cumplir con este estándar, los suelos de madera deportivos suelen someterse a dos procesos clave: tratamiento superficial y recubrimiento. La superficie de la madera se lija para conservar una veta fina, evitando un pulido excesivo que podría resultar en una superficie lisa. El recubrimiento se completa con una laca especial para suelos de madera deportiva. Esta laca contiene agentes antideslizantes que, al secarse, crean un patrón superficial fino e irregular, aumentando la fricción entre la suela y el suelo. Además, algunos recintos de alta gama aplican un tratamiento de cepillado antideslizante después del recubrimiento. Este tratamiento crea mecánicamente un patrón fino y longitudinal en la superficie, lo que mejora aún más el efecto antideslizante. El patrón se alinea con la dirección principal de movimiento del atleta, minimizando las dificultades para moverse.

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