El rendimiento de los suelos deportivos de madera influye directamente en la seguridad y la experiencia atlética de los atletas. La tasa de recuperación elástica y la resistencia al desgaste son dos indicadores clave, cruciales para determinar si un suelo cumple con los estándares profesionales.
La tasa de recuperación elástica mide la capacidad de rebote de un suelo, es decir, su capacidad para recuperar su forma original tras un impacto. Según las normas de la FIBA, los suelos deportivos de madera deben tener una tasa de recuperación elástica ≥90 %. Esta prueba consiste en dejar caer una pelota de acero estándar desde una altura de 1,5 metros y medir la altura del primer rebote. Una altura de rebote ≥1,35 metros indica que la tasa de recuperación elástica cumple con el estándar. Una excelente recuperación elástica amortigua eficazmente el impacto del salto. Por ejemplo, cuando un atleta aterriza tras un salto, el suelo se deforma ligeramente y rebota rápidamente, lo que reduce la tensión en las articulaciones y minimiza el riesgo de lesiones deportivas. Por el contrario, un suelo con una tasa de recuperación elástica insuficiente transmite la fuerza del impacto directamente, actuando como un suelo de hormigón duro. El uso prolongado puede provocar distensiones de rodilla, esguinces de tobillo y otros problemas.
La resistencia al desgaste determina la vida útil del suelo y se mide principalmente por el número de revoluciones y la dureza superficial. La norma nacional de mi país para suelos de madera para instalaciones deportivas (GB/T 20239-2015) estipula que los suelos de madera para uso deportivo deben soportar un ciclo de desgaste de 6.000 revoluciones o más (prueba de abrasión Taber), mientras que los suelos para uso profesional requieren un ciclo de 10.000 o más. La prueba de abrasión Taber consiste en colocar una muela abrasiva estándar sobre la superficie del suelo y girarla bajo presión constante. Se registra el número de revoluciones necesarias antes de que aparezcan marcas de desgaste visibles en la superficie. A mayor número de revoluciones, mayor será la resistencia al desgaste. Además, la dureza superficial se suele comprobar con un durómetro Brinell. Los suelos de madera deportiva de arce duro tienen una dureza Brinell de aproximadamente 45-55 HB, mientras que el roble puede alcanzar los 60-70 HB. A mayor dureza, mayor resistencia a arañazos e impactos, lo que le permite soportar la fricción frecuente de las suelas de las zapatillas y los impactos con el equipamiento deportivo.