Control de costes de suelos deportivos de madera

Los suelos de madera para uso deportivo son caros de adquirir y mantener. Muchos recintos, con presupuestos limitados, tienden a la idea errónea de que «reducir costes significa sacrificar la calidad». Sin embargo, mediante una planificación científica basada en las siguientes tres dimensiones, se pueden controlar los costes y garantizar que el suelo satisfaga las necesidades del usuario.

La primera dimensión es «adaptar materiales y configuraciones a las necesidades». Los requisitos del suelo varían considerablemente según la actividad, por lo que no es necesario buscar especificaciones estrictas a ciegas. Por ejemplo, un gimnasio comunitario utilizado principalmente para caminar y estiramientos ligeros puede optar por un suelo compuesto con una superficie de chapa de roble de 3 mm y una base resiliente de 5 mm, que es un 40 % más económico que el suelo de madera maciza. Una pista de bádminton escolar, con uso frecuente, puede optar por un suelo de madera maciza de roble de grado B, un 25 % más económico que el de arce de grado A y que satisface las necesidades de ejercicio de intensidad moderada a baja. Para recintos con múltiples funciones (como entrenamiento diario y competiciones ocasionales), se puede adoptar un enfoque de «configuración básica con mejoras parciales». Por ejemplo, se pueden utilizar suelos compuestos en todo el recinto, mientras que los de madera maciza se instalan solo en zonas de competición clave (como el centro del campo de baloncesto), logrando así un equilibrio entre rendimiento y coste.

La segunda dimensión es optimizar los ciclos de instalación y mantenimiento. Los costes de instalación se pueden reducir mediante una planificación racional del calendario de construcción. Optar por la instalación fuera de temporada (como en invierno) permite disponer de más tiempo para los equipos de construcción, lo que reduce los costes de mano de obra entre un 10 % y un 15 %. Preparar la capa base (como limpiar y nivelar el suelo) con antelación puede reducir los costes de mano de obra adicionales del equipo de instalación. Los ciclos de mantenimiento deben planificarse racionalmente. En recintos con un uso bajo o medio (por ejemplo, 3 o 4 veces por semana) se puede ampliar el ciclo de encerado de 3 a 6 meses, ahorrando una cuota de mantenimiento al año. Para la limpieza diaria, utilice detergentes neutros económicos para evitar el uso frecuente de limpiadores especializados de alto coste. Capacitar al personal del recinto en técnicas básicas de mantenimiento también puede reducir la necesidad de reparaciones especializadas.

La tercera dimensión es seleccionar canales de adquisición rentables. Comprar directamente a los fabricantes permite evitar a los distribuidores y reducir la diferencia de precio del 15% al ​​20%. Además, se debería exigir a los fabricantes que ofrezcan un servicio integral de «instalación y garantía» para evitar costos adicionales posteriores debido a una delimitación poco clara de las responsabilidades de instalación y del producto. Al comprar, compare presupuestos de 3 a 5 fabricantes, centrándose en las «especificaciones del material y el período de garantía» en lugar de simplemente en el precio unitario. Por ejemplo, aunque el presupuesto del fabricante A es más bajo, el período de garantía es de solo 3 años. El presupuesto del fabricante B es un 5% más alto, pero el período de garantía es de 8 años e incluye dos visitas de mantenimiento gratuitas. A largo plazo, el fabricante B es más rentable. Además, puede negociar pagos a plazos (por ejemplo, el 70% al finalizar la instalación y el 30% restante después del período de garantía de un año) para aliviar la presión financiera inicial y, al mismo tiempo, garantizar la calidad del producto.

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