El arce y el roble son las dos opciones de madera maciza más populares para suelos deportivos, pero muchas personas desconocen las diferencias entre ambas, lo que dificulta elegir la adecuada. Sin embargo, una simple comparación basada en el tipo de deporte, los requisitos del recinto y el presupuesto puede determinar fácilmente la mejor opción.
En cuanto a las propiedades del material, las fortalezas del arce residen en su elasticidad y dureza. Con una textura densa y una densidad de secado al aire de aproximadamente 0,6-0,7 g/cm³, el arce rebota rápidamente ante el impacto y resiste el agrietamiento y la deformación. Esta característica es ideal para deportes de alta intensidad como el baloncesto y el voleibol, que requieren saltos frecuentes y paradas repentinas. Los suelos de arce amortiguan eficazmente el impacto al caer, minimizando el daño articular. Sus excelentes propiedades de rebote garantizan que los balones de baloncesto reboten a alturas competitivas, una razón clave por la que el arce es la opción preferida para las canchas de la NBA. Sin embargo, el arce es más caro y requiere requisitos de instalación y mantenimiento más rigurosos, lo que requiere un equipo profesional.
El roble, por otro lado, destaca por su dureza y estabilidad. El roble tiene una densidad de secado al aire de aproximadamente 0,7-0,8 g/cm³ y una dureza superficial aproximadamente un 15 % superior a la del arce. Esto lo hace más resistente al desgaste y puede soportar la fricción de alta frecuencia y el tránsito peatonal a largo plazo. El roble también tiene una veta más gruesa y una mayor resistencia a la humedad que el arce, lo que lo hace adecuado para deportes de intensidad baja a media, como bádminton, tenis y danza, así como para gimnasios escolares y centros deportivos comunitarios con un alto volumen de público. Además, el roble es entre un 20 % y un 30 % más económico que el arce, lo que lo convierte en una opción rentable para recintos con presupuestos limitados.