Un sistema completo de suelo deportivo de madera no se compone simplemente de una capa superficial, sino de un sistema compuesto multicapa. Normalmente incluye una capa superficial, una capa portante (subsuelo)

una capa impermeable, una base resiliente, un sistema de viguetas y el subsuelo. La capa superficial suele ser de madera maciza o de ingeniería, con un grosor típico de 22 mm; la capa portante suele ser de contrachapado multicapa para mayor estabilidad y soporte; la capa impermeable suele ser de película de PE o papel de aluminio para proteger del agua del suelo; la base resiliente utiliza caucho o corcho para proporcionar amortiguación y rebote; el sistema de viguetas puede ser de una o dos vigas, lo que determina la elasticidad y estabilidad general.
La elección de los materiales influye directamente en el rendimiento deportivo. Por ejemplo, las viguetas de alta calidad deben ser de pino o abeto con tratamiento anti-putrefacción e insectos para garantizar la estabilidad a largo plazo. El caucho de alta densidad de la base resiliente absorbe eficazmente los impactos, reduciendo el riesgo de lesiones articulares en los atletas. Además, los adhesivos deben cumplir con las normas ambientales (como el grado E0) para evitar la liberación de gases nocivos. Mediante una combinación científica, todo el sistema garantiza que el suelo cumpla con indicadores clave de rendimiento como la deformación vertical, el rebote de la pelota y la fricción por deslizamiento, cumpliendo así los requisitos de certificación de las organizaciones deportivas internacionales. Por lo tanto, los suelos de madera deportivos son, en realidad, un «proyecto de sistemas», más que una simple acumulación de materiales.

