Las especificaciones de los suelos de madera deportivos varían considerablemente según el deporte, lo que requiere una personalización según las características específicas del mismo para garantizar la seguridad y una experiencia positiva.
Por ejemplo, el baloncesto, que implica numerosos saltos, paradas repentinas y cambios de dirección, exige una gran elasticidad y resistencia al desgaste del suelo. Por lo tanto, el suelo debe tener un grosor de 20 a 22 mm (capa superficial de arce de 4 mm, capa base de 15 mm, base elástica de 3 mm), con un módulo de elasticidad de entre 0,8 y 1,2 y un coeficiente de fricción de entre 0,4 y 0,6. Cada suelo suele medir 120 mm x 900 mm, con juntas machihembradas para garantizar la planitud y la estabilidad, evitando que los atletas tropiecen. El bádminton se caracteriza por sus movimientos rápidos y frecuentes arranques y paradas, lo que exige una mayor resistencia al deslizamiento y suavidad del suelo. Por lo tanto, el grosor total puede ser menor (18 mm-20 mm). El revestimiento de la superficie debe ser de pintura mate altamente antideslizante con un coeficiente de fricción de 0,5-0,7 para evitar resbalones. Las baldosas individuales deben tener unas dimensiones de 150 mm x 1200 mm para minimizar las juntas, mejorar la suavidad del suelo y garantizar una caída precisa en la pista de bádminton.
Los gimnasios se utilizan en diversos escenarios, lo que requiere considerar tanto la capacidad de carga del equipo como las exigencias del movimiento humano. Por lo tanto, el espesor total debe ser de 22 mm a 25 mm. Se debe utilizar madera contrachapada gruesa (18 mm) como material base para mejorar la capacidad de carga (una sola baldosa debe soportar ≥500 kg).