El arce y el roble son los dos materiales principales utilizados en suelos deportivos. Su rendimiento e idoneidad difieren significativamente
lo que requiere una selección cuidadosa según las necesidades del recinto. En cuanto a sus propiedades físicas, el arce tiene una densidad de secado al aire de 0,68 g/cm³, mientras que el roble tiene una densidad de secado al aire de 0,76 g/cm³. El roble es más duro y resistente al desgaste, lo que lo hace adecuado para recintos con mucho tráfico y uso frecuente, como grandes polideportivos. El arce también ofrece mayor dureza y elasticidad, absorbiendo mejor la energía del impacto y haciéndolo adecuado para deportes que implican saltos frecuentes, como el baloncesto y el voleibol.
En cuanto a textura y aspecto, el arce presenta una veta fina y recta, un color blanco amarillento claro y un tono general uniforme, lo que lo hace ideal para recintos que buscan un estilo minimalista y luminoso. El roble, por otro lado, tiene una veta clara y estratificada, mayormente de color marrón claro, con un distintivo patrón de chevron, que añade un toque natural al recinto y lo hace adecuado para espacios estéticamente agradables, como gimnasios de alta gama y estudios de yoga. Desde una perspectiva de costo y mantenimiento, el arce tiene un ciclo de crecimiento más corto, lo que resulta en costos de materia prima entre un 15% y un 20% más bajos que el roble. El arce también tiene un menor contenido de humedad, lo que facilita el mantenimiento. El roble, por otro lado, tiene un ciclo de crecimiento más largo, un precio de materia prima más alto y una veta más profunda. Se debe tener cuidado durante la limpieza para evitar que las manchas se filtren en la veta, lo que dificulta un poco su mantenimiento. En general, el arce es la opción preferida para recintos deportivos de alta intensidad, mientras que el roble puede ser una opción para recintos que priorizan la resistencia al desgaste y la estética.