Los requisitos de rendimiento para suelos de madera varían significativamente según el deporte.
Los suelos de las canchas de baloncesto priorizan el rebote del balón: las normas internacionales exigen un mínimo del 90 %. Esto significa que una pelota de baloncesto lanzada desde una altura de 1,8 metros debe rebotar al menos 1,6 metros. Para cumplir este requisito, la densidad de la superficie de arce debe controlarse entre 0,65 y 0,75 g/cm³, logrando una dureza moderada y una excelente elasticidad.
Los suelos de las academias de danza, por otro lado, priorizan la amortiguación. Su acolchado elástico tiene 10 mm de grosor, un 40 % más grueso que los suelos deportivos estándar, absorbiendo más del 50 % de la fuerza del impacto y reduciendo la tensión en los tobillos y la columna vertebral de los bailarines durante el salto. Además, su coeficiente de fricción superficial es ligeramente superior, de aproximadamente 0,65, lo que garantiza la estabilidad durante giros, saltos y otras maniobras.
Los suelos de las pistas de bádminton tienen requisitos de planitud aún más estrictos, con una diferencia de altura máxima de 1 mm por metro cuadrado; de lo contrario, la trayectoria del volante se verá afectada. Por lo tanto, la capa del subsuelo se construye con una doble capa de madera contrachapada dispuesta transversalmente para mejorar la rigidez general y evitar asentamientos localizados. Además, debe tener una buena capacidad antideformación. Con un uso intensivo de un promedio de 10 horas diarias, la deformación anual debe controlarse con una precisión de 1 mm.